CONFLICTO ARMADO



La información que vamos a compartir a continuación sobre el conflicto armado en el municipio de San Carlos, fue extraído en su totalidad del libro “San Carlos, memorias del éxodo en la guerra, informe del centro nacional de memoria histórica” (recomendamos leerlo para tener un mejor y detallado conocimiento sobre lo que vivió la comunidad durante este conflicto).
Fotografía Tomada del Portal Web de Memoria Histórica.

En el curso del conflicto armado que sufrió Colombia, los sancarlitanos han tenido que padecer una enorme variedad de modalidades de violencia y coacción asociadas a la presencia de múltiples actores armados. Debe recalcarse que sólo en materia de desaparición forzada, minas y desplazamiento, San Carlos registra uno de los más altos índices a nivel nacional, a lo que habría que agregar la ocurrencia de otras modalidades delictivas como amenazas, extorsiones, confinamiento, homicidios, reclutamiento forzoso, masacres, violencia sexual y secuestros. Ha sido una violencia invasiva cuyo impacto se ha extendido a toda la comunidad sin distinción de edad, género ni filiación política. La situación es calificada por sus propios habitantes como una guerra contra todos.

Aunque en San Carlos el enfrentamiento es esencialmente por el territorio, la guerra se ha librado también, como en muchas otras partes del país, mediante acciones punitivas contra la población civil inerme. La guerra se traslada así a los lugareños convirtiéndoles en sus víctimas directas. Pero no sólo eso, sino que los actores armados compelen al enfrentamiento entre los miembros de las propias comunidades, con todos los efectos disociadores que ello implica. A través de prácticas como la propagación de rumores, la “colaboración” obligada, y el reclutamiento forzoso, los actores armados logran transferir a las comunidades la tensión a menudo insuperable entre la complicidad y la coacción, tan característica de situaciones de dominio inestable de fuerzas insurgentes y contrainsurgentes.

Fotografía Tomada del Portal Web de Memoria Histórica.
Los miembros de la comunidad se convierten simultáneamente en víctimas y actores forzosos del conflicto, con consecuencias  a veces previsibles, en otras totalmente inesperadas. La desconfianza así lograda por los actores, eleva desde luego la vulnerabilidad de los pobladores, pero a la vez y paradójicamente se vuelve un auténtico recurso de sobrevivencia. El ejercicio de las relaciones intersubjetivas se vuelve un permanente cálculo de riesgos. Dicho de otra manera, la mayoría de la población, en un escenario de tan numerosas formas de victimización, y de tan variados actores, como los ya señalados, está sometida a una forzada negociación cotidiana de la sobrevivencia.

De esta manera, es importante recordar que la construcción del complejo hidroeléctrico, junto con la autopista Medellín – Bogotá y el aeropuerto José María Córdova, entre otros, hacen parte de un proyecto modernizador clave para el desarrollo del país, el cual tuvo lugar sin que la región y  sus habitantes hubiesen sido consultados o resultaran beneficiados por dicho proyecto. Por el contrario, en la memoria de los sancarlitanos sus riquezas los convirtieron en sujetos despojados por el Estado, quien los obligó a vender sus predios y desplegó una presencia militar importante dirigida a proteger las inversiones y no al territorio y su población.
Fotografía Tomada del Portal Web de Memoria Histórica.

La riqueza de San Carlos también despertó el interés de los grupos armados. Por un lado, de grupos insurgentes que, en el marco su proyecto de expansión a nivel nacional, encontraron en el tema energético un eje para sus denuncias sobre la estructura económica y en el saboteo a la infraestructura  hidroeléctrica una forma de presión y de lucha contraestatal. Por otro lado, de grupos paramilitares que volcaron sus ojos hacia San Carlos como territorio en disputa. De este modo, la violencia en la memoria de los habitantes de la región se presenta como correlato del desarrollo, al cual atribuyen en parte el origen de la cadena de actos de horror  y de barbarie que han vivido por décadas.

El capital político y organizativo de la región tambien fue objeto de disputas. Las guerrillas intentaron recoger el descontento social y aludir a la represión estatal para justificar la lucha armada como una vía posible de protesta y transformación. El discurso guerrillero de la época incorporaba los anhelos y las reivindicaciones populares y, en consecuencia, varios dirigentes locales decidieron ingresar a sus filas, lo cual llevó a que una parte de la población aceptara la presencia guerrillera en el territorio. Esta situación contribuyó a estigmatizar a la población sancarlitana sin distingo, hasta el punto que cualquier forma organizativa, incluso con fines eminentemente productivos, fue asociada a expresiones de apoyo guerrillero. A este contexto se sumó la presencia paramilitar que,  con un discurso contrainsurgente –aceptado y apoyado por algunas élites económicas locales, especialmente ganadores y comerciantes- , y con la clara intención de dominar la región, desató la más  atroz ola de violencia,  sembró el terror y forzó la huida de la población.

Fotografía Tomada del Portal Web de Memoria Histórica.
En los últimos 30 años han hecho presencia en San Carlos por lo menos 6 grupos armados ilegales.  Al mismo tiempo, hay una importante presencia militar representada en 4 bases militares localizadas en la zona de influencia de las centrales, dos batallones de la IV brigada y una estación de policía permanente.

En estos mismos años fue asesinado un número de personas difíciles de determinar a causa de la complejidad de los hechos ocurridos en el territorio: hubo por lo menos 33  masacres, se registraron 156 desparecidos forzados y 78  personas fueron víctimas de las minas antipersonal.

Como dice su gente, en San Carlos se vivió la guerra total. Tanto es así que más del setenta por ciento de su población se vió obligada a huir, a abandonar sus pertenencias y sus tierras y emprendieron largos y dolorosos trayectos sin otro objetivo que huirle a la muerte. 

En la memoria colectiva de sus pobladores se registran diversos episodios de desplazamiento forzado, pero la llegada de los paramilitares constituye un punto de quiebre en el desarrollo del conflicto a nivel local en el que la violencia se agudizó a tal punto que se produjo lo que la población nombra el éxodo total. Entre 1.985 y 2.010, cerca de 20.000 personas –de las 25.840 que habitaban el municipio de San Carlos-  abandonaron su lugar de origen, 30 de las 76 veredas con las que cuenta el municipio fueron abandonadas en su totalidad y más de 20 lo fueron de manera parcial.

Los pobladores tanto del sector rural como del casco urbano que se negaron a abandonar sus tierras y viviendas –quienes se llaman así mismo resistentes- debieron enfrentar difíciles y angustiosas situaciones, pues  se vieron sometidos a prolongados confinamientos y padecieron hambre y necesidades por cuenta del desabastecimiento que causaron los enfrentamientos, los controles armados, el bloqueo de vías y el minado de territorios.
Fotografía Tomada del Portal Web de El Mundo.

TESTIMONIO DE UN HOMBRE ADULTO: “lo que sucede es que hay una estampida de la gente, esto es un criterio muy personal. Yo dije: no pues esto está muy difícil aquí, ¡nos vamos! Y vieron las guerrillas una oportunidad hermosa de meterse aquí, porque ya la gente tenía un odio contra las instituciones, un odio frente a la policía que veíamos como mataba a la gente, porque la gente se mataba aquí tranquilamente, se iba se guardaban en los comandos. Entonces las guerrillas, es un concepto yo creo, vieron la oportunidad de llegar aquí, porque había un descontento popular contra las instituciones, y entraron en el ochenta y seis y el ochenta y siete buscándonos a nosotros que para reinvindicar la muerte de los amigos de nosotros. (testimonio de hombre adulto, San Carlos, 2.010, énfasis MH).

De esta manera, las guerrillas de las FARC y el ELN a nombre de la coordinadora guerrillera, llevaron a cabo una toma del casco urbano de San Carlos el 24 de diciembre de 1.990, la voladura de torres de energía en la líneas Guatapé – San Carlos y un intento de toma de la central hidroeléctrica de Jaguas el 20 de noviembre de 1.992, repelida por la policía. Sin embargo, de acuerdo con la base de datos de conflicto armado construida por Memoria Histórica las principales acciones guerrilleras perpetradas fueron asesinatos selectivos, daños a bienes civiles, bloqueo de vías, secuestro y en menor medida, incursiones y ataques a objetivos militares.

El dominio de las guerrillas se tradujo a un control sobre territorios de valor estratégico para su proceso de expansión hacia la zona de embalses y acceso a la autopista Medellín – Bogotá, con lo cual tenían la posibilidad de llevar acciones de bloqueo, objetivo prioritario del frente Carlos Alirio Buitrago perteneciente al ELN.
Fotografía Tomada del Portal Web de La Oreja Roja.

En 1.997 la guerrilla cambió sus objetivos estratégicos para conducir la guerra hacia una nueva etapa en la que se pasó de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos, lo que implicaba no sólo el avance hacia la conformación de un ejército, y en consecuencia, la realización de operaciones militares de mayor envergadura sino ante todo el control del territorio y la expulsión del Estado. Como parte de este virage estratégico nacional, la guerrilla decidió combinar la perpetración de ataques contra las cabeceras municipales para obligar al repliegue de la policía con el sabotaje de las elecciones locales al declarar objetivo militar a los candidatos al concejo y alcaldías. Con estas acciones se buscaba materializar la expulsión del poder civil y militar del Estado de los territorios bajo hegemonía guerrillera.

Esta decisión estratégica se concretó en San Carlos el 16 de agosto de 1.997 cuando las FARC amenazaron a cinco candidatos a la alcaldía, 28 cabezas de lista al concejo municipal y 5 concejales en ejercicio. Las presiones ejercidas  por la guerrilla se evidenciaron en el comportamiento de las elecciones del 26 de octubre de 1.997, donde apenas votaron  231 personas de un total de 12.500 votantes.

Esta nueva estrategia político-militar de la guerrilla se profundizó a partir de 1.998 y se complementó con el incremento de sabotajes a la infraestructura eléctrica y a la vía Bogotá – Medellín. Este despliegue llevó a la guerra a límites insospechados a partir de la incursión de los paramilitares de la ACCU, quienes llegaron a la región con el propósito de tomar posesión del territorio y como parte de la expansión nacional de los grupos paramilitares agrupados en las nacientes AUC en 1.997.
Fotografía Tomada del Portal Web de La Silla Vacía.

Tanto las FARC como el ELN ejercen un dominio sobre áreas que  revisten una importancia estratégica por ser corredores que facilitan sus acciones en el municipio y en otras localidades cercanas (Granada en el caso del ELN, San Rafael y San Luis en el caso de las FARC). De este modo encontraron oportunidades para realizar actos de sabotaje con una alta capacidad de desestabilización nacional, incluyendo ataques a la infraestructura eléctrica (atentados contra torres de energía eléctrica y centrales hidroeléctricas), los bloqueos de vías y secuestros en la vía Bogotá – Medellín.

Así mismo, realizaron una intensa labor encaminada a someter a las autoridades civiles a sus designios y a ejercer mayor presión sobre la población para recibir de ella ayuda logística y cerrarle el paso a cualquier intento de colaboración con los paramilitares y con la fuerza pública.

La base de datos de conflicto armado en San Carlos procesada por Memoria Histórica permite constatar que los niveles de actividad guerrillera más altos de la historia regional se registraron entre 1.997 y 2.004. Se reconoce una tendencia hacia el escalamiento medianamente sostenida entre 1.997 y 1.999, que luego decrece progresivamente entre 2.000 y 2.004 con el avance territorial de los grupos paramilitares. Las acciones guerrilleras más frecuentes en el período fueron los asesinatos selectivos, los secuestros, los daños a bienes civiles, los bloqueos de vías, las amenazas, la instalación de minas antipersonal y los sabotajes  a la infraestructura eléctrica y vial.
Fotografía Tomada del Portal Web de Verdad Abiertaa.

Además, es importante mencionar los diferentes masacres que se dieron en el municipio, acompañado de la hoja donde se tenía  los nombres de una alta cantidad de personas, a las cuales las mataban ó masacraban para sacarle información.

De esta manera, en agosto de 2.002 llegaron a San Carlos 38 buses en caravana provenientes de Medellín. Se celebraban las tradicionales fiestas del agua y diversos líderes y organizaciones de la población sancarlitana, con el apoyo de la gobernación de Antioquia, dieron forma a lo que denominaron las fiestas del retorno. 38 buses llenos a reventar de población desplazada entre campesinos, estudiantes, comerciantes, funcionarios, del que fuera, se montó en esos buses y nos fuimos. El trayecto y la llegada estuvieron cargados de emoción, pues la mayoría de los viajeros, quienes se habían ido hacía varios años de su pueblo, habían pensado que jamás regresarían. La gente de los pueblos por los que pasaban salía a acompañarles con aplausos, tambores, y pañuelos. 

Así siguieron hasta que arribaron al pueblo donde, en una improvisada calle de honor, fueron recibidos por los pocos que se resistieron al desplazamiento. Entre aplausos, abrazos y llanto se dio un reencuentro masivo que hoy es recordado tanto por quienes participaron de la caravana como por quienes los recibieron como un hito histórico para la región: “fue lo primero que se hizo en el oriente de retornar… lo podríamos decir así. En cierta medida, retomamos nuevamente como el protagonismo de lo social. Bueno, volvemos por nuestro pueblo, y por el pueblo que pasábamos dejábamos un mensaje”. (Testimonio de hombre adulto, Medellín, 2.010).

Y de esta manera, lentamente y con el transcurso de los años fue retornando las diferentes familias a San Carlos, tanto a su área urbana como rural, claro esta, acompañado de diferentes estrategias de parte del gobierno y el sentido de pertenencia de la mayoría de los habitantes.
Fotografía Tomada del Portal Web de Revista Semana.

En resumen, son 5 tipos de desplazamiento que se realizaron en San Carlos:

1). 1.965 – 1.977: el denominado desplazamiento negociado, relacionado con los impactos generados por la construcción de hidroeléctricas y las obras de modernización asociadas a esta.

2). 1.978 – 1.985: el desplazamiento individual y familiar asociado con el exterminio de la dirigencia del movimiento cívico por parte de los grupos paramilitares que incursionaban desde el Magdalena Medio.

3). 1.986 – 1.997: un desplazamiento preventivo y silencioso de líderes políticos y sociales como parte de las acciones de consolidación de la hegemonía guerrillera.

4). 1.998 – 2.005: la época del éxodo ó el desplazamiento masivo, relacionada con la incursión de los grupos paramilitares y la disputa abierta con la guerrilla por el dominio territorial y el control social de la población.

5). 2.006 – 2.010: el desplazamiento decrece como consecuencia del repliegue de las guerrillas y la desmovilización de los grupos paramilitares.

NOTA: Te invitamos a leer el libro San Carlos, memorias del éxodo en la guerra, informe del centro nacional de memoria histórica, allí está la información mucho más detallada sobre todo lo que vivió la población durante estos año de conflicto armado en el territorio.


REFERENCIAS:

San Carlos, memorias del éxodo en la guerra, informe del centro nacional de memoria histórica Pág 18, 19, 25, 26, 27, 28, 46, 63, 64, 66, 67, 69, 70, 71, 203 y 204.

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