CONSTITUCIÓN HISTÓRICA (ANTES DE LA ÉPOCA DE VIOLENCIA)
La localidad de San Carlos estuvo marcada desde su
fundación por la solidaridad, la confrontación y la intolerancia social. Su proceso
de poblamiento no fue espontáneo ni
correspondió al desarrollo de iniciativas privadas como ocurrió con otras localidades
de la frontera cultural (San Rafael y San Roque, entre otras) por el
contrario, se correspondió a una
iniciativa estatal, gubernamental, impulsada por el visitador colonial el señor
oidor don Juan Antonio Mon y Velarde quien
preocupado por el estado de pobreza y abandono de la provincia de Antioquia,
optó por desarrollar la colonización de la frontera como una manera de apoyar
la minería y actividad mercantil. Además de San Carlos de Priego se fundaron en
la provincia tres poblados más: San Fernando de Armazá en el suroeste, San Luis
de Góngora (Yarumal) y San Antonio del Infante (Don Matías).
Piedra de El Tabor. |
La fundación ocurrió en 1.786 y el señor Francisco
Lorenzo de Rivera fue su juez poblador; más la localidad de San Carlos tiene “un
mito fundacional” que se pierde en los primeros años de la colonia; la leyenda
escogida por algunos historiadores tan importantes como el doctor Manuel Uribe
Ángel, existió en el territorio del actual municipio de San Carlos por allá en
el siglo XVI una ciudad llamada Santa Agueda ó Santa María de La Agueda que fue
encendida y totalmente destruida por “doña María del Pardo” o “doña María La
Parda” sin que se conozca la causa de ellos;
ésta doña como ese mito fundacional está envuelto en la leyenda más no
deja de sorprender que está referido a un supremo acto de violencia y terror lo
que de alguna manera ha marcado la historia de esta localidad.
Recién fundado San Carlos bajo la protección de Mon y Velarde
y con una clara influencia del país Marinillo, se presenta la primera
diferencia grave entre los pobladores iniciales asociados al primero con el
reparto de las tierras y el control de las estructuras locales de poder; los
descontentos abandonaron el poblado y se situaron un poco más al oriente dando
origen a una nueva fundación denominada Canoas (hoy Jordán); localización más
favorable pues estuvo en el cruce de los caminos del Nare (Remolinos e Islitas).
Corregimiento de El Jordán. |
Esta confrontación se acentuará más en el período republicano con la adscripción
de Jordán al partido liberal y su identificación con el país Rionegrero;
confrontación que ha tenido períodos agudos como en las sucesivas guerras
civiles del siglo XIX y en la diferentes violentas del siglo XX.
San Carlos fue hasta 1.830 una fracción de Marinilla y en
1.830 se erigió como distrito (municipio). La influencia de Marinilla en la
constitución histórica de San Carlos no se agota en el origen de sus pobladores,
en las relaciones jurídico-administrativas que tuvieron con Marinilla, ni en la
influencia ejercida por este pueblo histórico, a través de las redes
económico-mercantiles que aún subsisten; se constituyó también en el espacio
político y en la identidad con Marinilla frente a las divergencias políticas
que atraviesan la república desde su fundación. Los Sancarlitanos hicieron parte
de los contingentes marinillo que participaron en la guerra de independencia,
apoyaron también a Bolívar en sus diferencias con Santander, el cura de San
Carlos fue quien informó a los marinillos de la entrada de José María Córdoba
en la Provincia de Antioquia y de sus intenciones de rebelión; y jugaron un
papel primordial al lado de Marinilla en todas las guerras civiles decimonónicas
que tuvieron lugar en Antioquia; merece destacarse la acción de los Sancarlitanos
en la Batalla del Cascajo donde murió el caudillo Rionegrero Pascual Bravo y la
que le permitió al doctor Pedro Justo Berrio llegar al solio de los presidentes
del Estado de Antioquia en 1.854.
Parroquia Nuestra Señora de Los Dolores, San Carlos. |
La influencia de Marinilla, adhesión del partido conservador
y la ligazón de ese partido con la iglesia institucional fueron pues elementos importantes
en la identidad Sancarlitana y sigue siéndolo en una parte considerable de la población, el partido conservador más
que una opción política fue para los Sancarlitanos un principio de identidad
local y de cohesión social.
La segunda mitad del siglo XIX constituyó para San Carlos
un período de auge económico devenido de su relación con el camino de Islitas
que fortaleció la intermediación y específicamente la minería; el mango de la
plaza tan cargado de significación para el movimiento cívico de San Carlos de
los años setentas, fue sembrado precisamente con el objeto de que los arrieros
amarraran allí sus mulas de carga y se recuerda a doña Teresita Zuluaga como la
autora de este hecho.
La minería de aluvión realizada por mineros grandes y
pequeños es el segundo eje de pervivencia histórica de San Carlos y el tercero
es la colonización.
El cambio de ruta de entrada y salida de mercancías al
estado de Antioquia ocurrida a propósito de la construcción del ferrocarril por
el corredor del Nus, significó para San Carlos un proceso de desvinculación de
los principales ejes viales lo que acentuó su carácter de aldea, la actividad
agrícola y la colonización hacia el Samaná, y Puerto Nare que dio origen tanto
al incremento de la explotación maderera como a la hacienda ganadera.
Rio Samaná. |
La minería tuvo auge como en otras localidades de la
frontera histórico cultural durante las primeras cuatro décadas del siglo XX. Para
los años treintas funcionaban en San Carlos dos grandes empresas extractoras de
oro: La Sociedad Ospina Hermanos y la Sociedad Minera de San Carlos, entre otras;
este auge minero unido a las demandas mercantiles de la zona de colonización
reactivaron el comercio. Para la misma época se registra la fundación de
algunas haciendas cafeteras.
Para los años cincuentas San Carlos se vió envuelto en
otra ola de violencia más aguda que la anterior pues con Caracolí y Maceo se
convirtió en lugar de control político para evitar el avance de las guerrillas
liberales que se movían en una ancha faja del Magdalena Medio y el nordeste
hacia el interior del departamento y sobre todo hacia el oriente histórico.
Desde San Carlos se controló sobre todo la zona del Samaná,
Jordán, Narices y Juanes (corregimientos los tres últimos de San Carlos)
control no institucional, privado, agenciado por grupos conservadores de la
sociedad civil, con apoyo de la parroquia y eventualmente del gobierno. A este control
no institucional ó parainstitucional se agregó el propiamente oficial,
representado en el ejército que tuvo en el área dos instalaciones militares o
bases de operación; una en las riveras del rio Samaná y otras en las orillas
del Magdalena; ambos puntos congregaron población conservadora expulsada por la
violencia liberal del área. Estos pobladores iniciaron un proceso de colonización
y desmonte del terreno creando dos asentamientos nuevos; Puerto Velo en las
orillas del Samaná y punto por el cual salía la madera que se talaba en la
vertiente y por tanto estratégico para el control militar; hoy, este pequeño
poblado ni existe pues fue inundado por las aguas del embalse de Punchiná.
Como zona de agudo conflicto fue prioritaria en las inversiones
del gobierno departamental; en esa época se construyó la carretera a Medellín
por Granada (1.957) y a Puerto Nare en 1.958 y se crea en el municipio una
variada gama de instituciones y organizaciones que revitalizan la vida
económica y cívica. Surgen entonces la Caja Agraria (1.959), la sociedad de
mejoras públicas (1.962), el comité de deportes (1.963), la biblioteca Juan
XXIII (1.965), las juntas de acción comunal, usuarios campesinos, la federación
de cafeteros (1.959), entre otros.
Casa de La Cultura, San Carlos. |
Cuando se inicia la construcción de la represa de
Punchiná la localidad de San Carlos estaba escindida enfrentada y sin mayores
elementos de cohesión social por lo tanto los impactos que inevitablemente
traen estos macroproyectos sobre la población no fueron asumidos por la
localidad en forma orgánica sino que más bien acentuaron los elementos
disgregadores.
REFERENCIAS:
Relaciones de poder en los municipios, Alejandría,
Granada, Guatapé, San Rafael, San Carlos. Pág. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, y 8.
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